Mis colegas de Matasanos saben que soy bien quisquilloso con el tema de las redes sociales y la privacidad de los pacientes. En particular, me descompone que médicos o estudiantes de medicina publiquen en Twitter o Facebook cualquier material que revele la identidad de una persona que no eligió estar ahí. Por mucho valor académico (o humorístico) que pueda tener un caso, exponerlo publicamente, incluso SIN revelar el nombre de la persona, me parece totalmente inadecuado (incluso puede ser considerado criminal). Algunos profesionales de salud no se dan cuenta de que al tuitear, por ejemplo, que están recogiendo a un paciente o están enfrentando una situación clínica con él, le están poniendo además un “timbre” con la fecha, hora y lugar donde tuvo ese encuentro. Si identifican alguna característica personal del paciente (sexo, edad, o alguna característica particular como un tatuaje), ya están aportando datos como para poner en riesgo la privacidad de las personas cuando se encuentran en un momento máximo de vulnerabilidad, como es estar enfrentados a una situación de salud potencialmente grave.
Incluso llego a ser pedante: me he comunicado por Twitter con colegas que no conocía para avisarles que la radiografía que acaban de publicar en la red social tiene el nombre del paciente. O le escribo mails a colaboradores habituales para hacerles ver que tienen que cambiar los casos clínicos de los que hablamos para evitar la identificación del paciente. Incluso me ha tocado avisarle a algún interno despistado que tuitear la foto de la madre de un niño durante la pasada de pediatría con el comentario “mamita rica” podría ser un tanto… inapropiado.
Así que imagínense como recibí la noticia de esta – démosle el beneficio de la duda por ahora – “colega”, que se sacó fotos en el pabellón con pacientes anestesiados, con comentarios tan desafortunados como “Y para desayunar, unas patitas” en la imagen junto a una mujer de 93 años cuyas piernas fueron amputadas.
(Aquí algunos de los lectores estarán pensando “bueno, igual es divertido, tomémoslo con sentido del humor, la colega se equivocó pero no es para crucificarla…” – pónganse en el lugar de la señora de 93 años…)
Otras joyitas de la Dra., según el diario Milenio:
El pie de otra imagen es de un joven que está inmovilizado y en el quirófano dice: “Que se va a mover el pobre niño”.
En otra de las instantáneas publicadas en su espacio personal, presenta una matriz con miomas y una mano cercenada.
“Los guapísimos de los locos del central en el puerta”, señala y muestra en un retrato el rostro de un paciendo que está siendo operado.